2008-11-22 0 comentarios

SOBRE LA CONDESA SANGRIENTA


El criminal no hace la belleza;
él mismo es la auténtica belleza.
Sartre.

La condesa sangrienta de Alejandra Pizarnik está basada en Erzébet Bathory: La comtesse Sanglante, de Valentine Penrose (París, 1963), que relata la tortura y asesinato de más de 600 muchachas por la Condesa Bathory.

La condesa Bathory nació en 1650 en Transilvania, en una de las familias muy rica e influyente. Recibió una cuidada educación, especialmente para una mujer y para esa época: Erzébet dominaba el Húngaro, Latín y Alemán, mientras que la mayoría de los nobles húngaros de entonces apenas si sabían escribir. A los 16 años fue casada con Ferenc Nadasdy, miembro de una familia también prestigiosa, pero menos adinerada e influyente que la Bathory. Erzébet eligió conservar su nombre aún despues de casada. En su lugar, Ferenc sumó Bathory al suyo.

La joven condesa administró su castillo con una disciplina de hierro, y sus castigos eran brutales, por decir poco. Golpear a las sirvientas con un pesado mazo era de los más leves; otras veces les picaba con agujas debajo de las uñas o las arrastraba a la nieve, donde les echaba agua y abandonaba a que se congelen. A medida que las torturas se fueron sofisticando y agravando, estableció una cámara de torturas en su castillo, y, cuando no era ella quien torturaba, sentada en su trono, observaba como lo hacían su sirvientas más cercanas.

La condesa prosiguió sus abusos y asesinatos durante años, especialmente luego de la muerte de su esposo, y de su amiga Darvulia. Esta última, aparentemente amante de Erzébet, participaba activamente en las torturas, e incluso enseñó a la condesa nuevas técnicas. Pero también cuidaba que las víctimas fueran siempre sirvientas y campesinas, a quienes en esa época un noble podía tratar como a un objeto, que se puede destruir a voluntad. Tras su muerte, Erzébet perdió toda precaución, y comenzó también a raptar y torturar a jóvenes nobles.
Sus actividades no podían seguir ignoradas, y, sumadas a razones políticas, llevaron a que fuera arrestada y llevada a juicio en 1611. Erzébet y sus sirvientas fueron encontradas culpables; dos de ellas fueron torturadas y quemadas, otra decapitada. La condesa escapó la pena de muerte gracias a su rango, pero fué emparedada en su propia cámara de tortura, donde murió tres años más tarde.

Es imposible saber cuánto exactamente de verdad hay en las historias que circulan acerca de la "condesa sangrienta". Su historia se convirtió en leyenda aún en su propia época. A pesar de que no hay testigos, se cuenta que la condesa tomaba baños de sangre de muchachas para mantenerse joven, o que mordía y arrancaba la carne a las jóvenes mientras sus sirvientas las sujetaban. Aún si se trata de exageraciones, la ferocidad inusitada de sus atrocidades han despertado la curiosidad de muchos escritores y artistas.

Aparentemente, las leyendas de vampiros se originan con su historia, y Bram Stoker habría trasladado al Príncipe Vlad Teper de Rumania a Transilvania (cambiándole el rango a conde), influido por ella. La condesa sigue intrigando a artistas aún hoy: desde poetas como Andrei Codrescu, a bandas de heavy metal.
Uno de los últimos descendientes de la condesa, Dennis Bathory-Kitsz, es un compositor de ópera, y está escribiendo una sobre su famoso antepasado.
Incluso hay una película en marcha, con la participación de Lorelei Lanford (la "Blonde Belgian Beauty") en el rol de la condesa. Los interesados pueden colaborar a financiarla y hasta, quién sabe, conseguir algún papel a cambio.

LA VIRGEN DE HIERRO
...parmi les rires rouges
des lévres luiantes et les gestes
monstrueux des femmes mécaniques.
R. Daumal


Había en Nüremberg un famoso autómata llamado la "Virgen de Hierro". La condesa Báthory adquirió una réplica para la sala de torturas de su castillo de Csejthe. Esta dama metálica era del tamaño y del color de la criatura humana. Desnuda, maquillada, enjoyada, con rubios cabellos que llegaban al suelo, un mecanismo permitía que sus labios se abrieran en una sonrisa, que los ojos se movieran.
La condesa, sentada en su trono, contempla.
Para que la "Virgen" entre en acción es preciso tocar algunas piedras preciosas de su collar. Responde inmediantamente con horribles sonidos mecánicos y muy lentamente alza los blancos brazos para que se cierren en perfecto abrazo sobre lo que esté cerca de ella --en este caso una muchacha. La autómata la abraza y ya nadie podrá desanudar el cuerpo vivo del cuerpo de hierro, ambos iguales en belleza. De pronto, los senos maquillados de la dama de hierro se abren y aparecen cinco puñales que atraviesan a su viviente compañera de largos cabellos sueltos como los suyos.
Ya consumado el sacrificio, se toca otra piedra del collar: los brazos caen, la sonrisa se cierra así como los ojos, y la asesina vuelve a ser la "Virgen" inmóvil en su féretro.
(Alejandra Pizarnik, de La condesa sangrienta, 1971)

TORTURAS CLÁSICAS
Fruits purs de tout outrage et vierges
[de gerçures.
Dont la chair lisse et ferme appelait
les morsures!
Baudelaire

Salvo algunas inferencias barrocas --tales como la "Virgen de hierro", la muerte por agua o la jaula-- la condesa adhería a un estilo de torturar monótonamente clásico que se podría resumir así:
Se escogían varias muchachas altas, bellas y resistentes --su edad oscilaba entre los 12 y los 18 años-- y se las arrastraba a la sala de torturas en donde esperaba, vestida de blanco en su trono, la condesa. Una vez maniatadas, las sirvientas las flagelaban hasta que la piel del cuerpo se desgarraba y las muchachas se transformaban en llagas tumefactas; les aplicaban los atizadores enrojecidos al fuego; les cortaban los dedos con tijeras o cizallas; les punzaban las llagas; les practicaban incisiones con navajas (si la condesa se fatigaba de oír gritos les cosían la boca; si alguna joven se desvanecía demasiado pronto se la auxiliaba haciendo arder entre sus piernas papel embebido en aceite). La sangre manaba como un geiser y el vestido blanco de la dama nocturna se volvía rojo. Y tanto, que debía ir a su aposento y cambiarlo por otro (¿en qué pensaría durante esa breve interrupción?). También los muros y el techo se teñían de rojo.
No siempre la dama permanecía ociosa en tanto los demás se afanaban y trabajaban en torno a ella. A veces colaboraba, y entonces, con gran ímpetu, arrancaba la carne --en los lugares más sensibles-- mediante pequeñas pinzas de plata, hundía agujas, cortaba la piel de entre los dedos, aplicaba a las plantas de los pies cucharas y planchas enrojecidas al fuego, fustigaba (en el curso de un viaje ordenó que mantuvieran de pie a una muchacha que acababa de morir y continuó fustigándola aunque estaba muerta); también hizo morir a varias con agua helada (un invento de su hechicera Darvulia consistía en sumergir a una muchacha en agua fría y dejarla en remojo toda la noche). En fin, cuando se enfermaba las hacía traer a su lecho y las mordía.
Durante sus crisis eróticas, escapaban de sus labios palabras procaces destinadas a las supliciadas. Imprecaciones soeces y gritos de loba eran sus formas expresivas mientras recorría, enardecida, el tenebroso recinto. Pero nada era más espantoso que su risa. (Resumo: el castillo medieval; la sala de torturas; las tiernas muchachas; las viejas y horrendas sirvientas; la hermosa alucinada riendo desde su maldito éxtasis provocado por el sufrimiento ajeno.)

... sus últimas palabras, antes de deslizarse en el desfallecimiento concluyente, eran: "Más, todavía más, más fuerte!"

No siempre el día era inocente, la noche culpable. Sucedía que jóvenes costureras aportaban, durante las horas diurnas, vestidos para la condesa, y esto era ocasión de numerosas escenas de crueldad. Infaliblemente, Dorkó hallaba defectos en la confección de las prendas y seleccionaba a dos o tres cupables (en ese momento los ojos lóbregos de la condesa se ponían a relucir). Los castigos a las costureritas --y a las jóvenes sirvientas en general-- admitían variantes. Si la condesa estaba en uno de sus excepcionales días de bondad, Dorkó se limitaba a desnudar a las culpables que continuaban trabajando desnudas, bajo la mirada de la condesa, en los aposentos llenos de gatos negros. Las muchachas sobrellevaban con penoso asombro esta condena indolora pues nunca hubieran creído en su posibilidad real. Oscuramente, debían de sentirse terriblemente humilladas pues su desnudez las ingresaba en una suerte de tiempo animal realzado por la presencia "humana" de la condesa perfectamente vestida que las contemplaba. Esta escena me llevó a pensar en la Muerte --la de las viejas alegorías; la protagonista de la Danza de la Muerte. Desnudar es propio de la Muerte. También lo es la incesante contemplación de las criaturas por ella desposeídas. Pero hay más: el desfallecimiento sexual nos obliga a gestos y expresiones del morir (jadeos y estertores como de agonía; lamentos y quejidos arrancados por el paroxismo). Si el acto sexual implica una suerte de muerte, Erzébet Báthory necesitaba de la muerte visible, elemental, grosera, para poder, a su vez, morir de esa muerte figurada que viene a ser el orgasmo. Pero, ¿quién es la Muerte? Es la Dama que asola y agosta cómo y dónde quiere. Sí, y además es una definición posible de la condesa Báthory. Nunca nadie no quiso de tal modo envejecer, esto es: morir. Por eso, tal vez, representaba y encarnaba a la Muerte. Porque, ¿cómo ha de morir la Muerte?
Volvemos a las costureritas y a las sirvientas. Si Erzébet amanecía irascible, no se conformaba con cuadros vivos, sino que:
A la que había robado una moneda le pagaba con la misma moneda... enrojecida al fuego, que la niña debía apretar dentro de su mano.
A la que había conversado mucho en horas de trabajo, la misma condesa le cosía la boca o, contrariamente, le abría la boca y tiraba hasta que los labios se desgarraban.
También empleaba el atizador, con el que quemaba, al azar, mejillas, senos, lenguas...
Cuando los castigos eran ejecutados en el aposento de Erzébet, se hacía necesario, por la noche, esparcir grandes cantidades de ceniza en derredor del lecho para que la noble dama atravesara sin dificultad las vastas charcas de sangre.
(Alejandra Pizarnik, de La condesa sangrienta, 1971)

MEDIDAS SEVERAS
...la loi, froide par elle-même, ne saurait
être accesible aux passions qui peuvent
légitimer la cruelle action du meurte.
Sade

Durante seis años la condesa asesinó impunemente. En el transcurso de esos años, no habían cesado de correr los más tristes rumores a su respecto. Pero el nombre Báthory, no sólo ilustre sino activamente protegido por los Habsburgo, atemorizaba a los probables denunciadores.
Hacia 1610 el rey tenía los más siniestros informes --acompañados de pruebas-- acerca de la condesa. Después de largas vacilaciones, decidió tomar severas medidas. Encargó al poderoso palatino Thurzó que indagara los luctuosos hechos de Csejthe y castigase a la culpable.
En compañia de sus hombres armados, Thurzó llegó al castillo sin anunciarse. En el subsuelo, desordenado por la sangrienta ceremonia de la noche anterior, encontró un bello cadáver mutilado y dos niñas en agonía. No es esto todo. Aspiró el olor a cadáver; miró los muros ensangrentados; vió la "Virgen de Hierro", la jaula, los instrumentos de tortura, las vasijas con sangre reseca, las celdas --y en una de ellas a un grupo de muchachas que aguardaban su turno para morir y que le dijeron que después de muchos días de ayuno les habían servido una cierta carne asada que había pertenecido a los hermosos cuerpos de sus compañeras muertas...
La condesa, sin negar las acusaciones de Thurzó, declaró que todo aquello era su derecho de mujer noble y de alto rango. A lo que respondió el palatino:... te condeno a prisión perpetua dentro de tu castillo.
Desde su corazón, Thurzó se diría que había que decapitar a la condesa, pero un castigo tan ejemplar hubiese podido sucitar la reprobación no sólo respecto a los Báthory sino a los nobles en general. Mientras tanto, en el aposento de la condesa, fue hallado un cuadernillo cubierto por su letra con los nombres y las señas particulares de sus víctimas que allí sumaban 610... En cuanto a los secuaces de Erzébet, se los procesó, confesaron hechos increíbles, y murieron en la hoguera.
La prisión subía en torno suyo. Se muraron las puertas y las ventanas de su aposento. En una pared fue practicada una ínfima ventanilla por donde poder pasarle los alimentos. Y cuando todo estuvo terminado erigieron cuatro patíbulos en los ángulos del castillo para señalar que allí vivía una condenada a muerte.
Así vivió más de tres años, casi muerta de frío y de hambre. Nunca comprendió por qué la condenaron. El 21 de agosto de 1614, un cronista de la época escribía: Murió hacia el anochecer, abandonada de todos.
Ella no sintió miedo, no tembló nunca. Entonces, ninguna compasión ni admiración por ella. Sólo un quedar en suspenso en el exceso del horror, una fascinación por un vestido blanco que se vuelve rojo, por la idea de un absoluto desgarramiento, por la evocación de un silencio constelado de gritos en donde todo es la imagen de una belleza inaceptable.
Como Sade en sus escritos, como Gilles de Rais en sus crímenes, la condesa Báthory alcanzó, más alla de todo límite, el último fondo del desenfreno. Ella es una prueba más de que la libertad absoluta de la criatura humana es horrible.
(Alejandra Pizarnik, de La condesa sangrienta, 1971)

LA ENAMORADA

esta lúgubre manía de vivir
esta recóndita humorada de vivir
te arrastra alejandra no lo niegues.

hoy te miraste en el espejo
y te fue triste estabas sola
la luz rugía el aire cantaba
pero tu amado no volvió

enviarás mensajes sonreirás
tremolarás tus manos así volverá
tu amado tan amado

oyes la demente sirena que lo robó
el barco con barbas de espuma
donde murieron las risas
recuerdas el último abrazo
oh nada de angustias
ríe en el pañuelo llora a carcajadas
pero cierra las puertas de tu rostro
para que no digan luego
que aquella mujer enamorada fuiste tú

te remuerden los días
te culpan las noches
te duele la vida tanto tanto
desesperada ¿adónde vas?
desesperada ¡nada más!
(Alejandra Pizarnik, de La última inocencia, 1956)

SALVACIÓN

Se fuga la isla
Y la muchacha vuelve a escalar el viento
y a descubrir la muerte del pájaro profeta
Ahora
es el fuego sometido
Ahora
es la carne
la hoja
la piedra
perdidos en la fuente del tormento
como el navegante en el horror de la civilación
que purifica la caída de la noche
Ahora
la muchacha halla la máscara del infinito
y rompe el muro de la poesía.
(Alejandra Pizarnik, de La última inocencia, 1956)

LA JAULA


Afuera hay sol.
No es más que un sol
pero los hombres lo miran
y después cantan.

Yo no sé del sol.
Yo sé la melodía del ángel
y el sermón caliente
del último viento.
Sé gritar hasta el alba
cuando la muerte se posa desnuda
en mi sombra.

Yo lloro debajo de mi nombre.
Yo agito pañuelos en la noche y barcos sedientos de realidad
bailan conmigo.
Yo oculto clavos
para escarnecer a mis sueños enfermos.

Afuera hay sol.
Yo me visto de cenizas.
(Alejandra Pizarnik, de Las aventuras perdidas, 1958)

LA CARENCIA

Yo no sé de pájaros,
no conozco la historia del fuego.
Pero creo que mi soledad debería tener alas.

ÁRBOL DE DIANA

6
ella se desnuda en el paraíso
de su memoria
ella desconoce el feroz destino
de sus visiones
ella tiene miedo de no saber nombrar
lo que no existe.

11
ahora
en esta hora inocente
yo y la que fui nos sentamos
en el umbral de mi mirada

12
no más las dulces metamorfosis de una niña de seda
sonámbula ahora en la cornisa de niebla
su despertar de mano respirando
da flor que se abre al viento

13
explicar con palabras de este mundo
que partió de mí un barco llevándome

19
cuando vean los ojos
que tengo en los míos tatuados

23
(un dibujo de Wols)
estos hilos aprisionan a las sombras
y las obligan a rendir cuentas del silencio
estos hilos unen la mirada al sollozo

34
la pequeña viajera
moría explicando su muerte
sabios animales nostálgicos
visitaban su cuerpo caliente

35
Vida, mi vida, déjate caer, déjate doler, mi
vida, déjate enlazar de fuego, de silencio in-
genuo, de piedras verdes en la casa de la
noche, déjate caer y doler, mi vida.

36
en la jaula del tiempo
la dormida mira sus ojos solos
el viento le trae
la tenue respuesta de las hojas
a Alain Glass
(Alejandra Pizarnik, 1965)

FORMAS

no sé si pájaro o jaula
mano asesina
o joven muerta entre cirios
o amazona jadeando en la gran garganta oscura
o silenciosa
pero tal vez oral como una fuente
tal vez juglar
o princesa en la torre más alta

MADRUGADA

Desnudo soñando una noche solar.
He yacido días animales.
El viento y la lluvia me borraron
como a un fuego, como a un poema
escrito en un muro.

Fragmentos para dominar el silencio

I

Las fuerzas del lenguaje son las damas solitarias, desoladas, que cantan a través de mi voz que escucho a lo lejos. Y lejos, en la negra arena, yace una niña densa de música ancestral. ¿Dónde la verdadera muerte? He querido iluminarme a la luz de mi falta de luz. Los ramos se mueren en la memoria. La yacente anida en mí con su máscara de loba. La que no pudo más e imploró llamas y ardimos.

II
Cuando a la casa del lenguaje se le vuela el tejado y las palabras no guarecen, yo hablo.
Las damas de rojo se extraviaron dentro de sus máscaras aunque regresarán para sollozar entre flores.

No es muda la muerte. Escucho el canto de los enlutados sellar las hendiduras del silencio. Escucho tu dulcísimo llanto florecer mi silencio gris.

III
La muerte ha restituido al silencio su prestigio hechizante. Y yo no diré mi poema y yo he de decirlo. Aún si el poema (aquí, ahora) no tiene sentido, no tiene destino.

(Alejandra Pizarnik, de La extracción de la piedra de la locura, 1968)

CONTINUIDAD

No nombrar las cosas por sus nombres. Las cosas tienen bordes dentados, vegetación lujuriosa. Pero quién habla en la habitación llena de ojos. Quién dentellea con una boca de papel. Nombres que vienen, sombras con máscaras. Cúrame del vacío --dije. (La luz se amaba en mi oscuridad. Supe que ya no había cuando me encontré diciendo: soy yo.) Cúrame --dije.

(Alejandra Pizarnik, de La extracción de la piedra de la locura, 1968)
2008-11-05 0 comentarios

Suplica a mi madre

De poesía informa de Rosa
(1964)
Es difícil hablar con palabras de hijo
Cuando en el corazón bien poco lo parezco
Tu eres la única en el mundo que sabe de mi corazón
Lo que siempre ha sido, antes de cualquier amor,
Por eso lo que debo decirte es horrible
Es dentro de tu gracia que nacen mis angustias,
Eres insustituible, y eso ha condenado
A soledad la vida que me has dado.
Y no quiero estar solo, tengo hambre infinita de amor.
De amor de cuerpos sin alma
Porque el alma esta en ti
Pero tu eres mi madre y tu amor es mi esclavitud
Toda mi infancia he sido esclavo de este alto
Compromiso; inmenso; irremediable
No habría otra forma de sentir la vida
Ni otro perspectiva; pero ya se acabó.
Sobrevivimos con el desasosiego de la vida
Que se rehace por fuera de la razón.
Te suplico, ah, te suplico no quieras morir.
Estoy aquí: solo contigo, en un futuro abril…

Pier Paolo Pasolini
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Ya somos el olvido que seremos

Ya somos el olvido que seremos
En polvo elemental que nos ignora
Y que fue el rojo adan y que es ahora,
Todos los hombres, que nos veremos

Ya somos en la tumba de dos fechas
Del principio y el término. La caja,
La obscena corrupción y la mortaja
Los triunfos de la muerte, y las endechas
No soy un insensato que se aferra
Al mágico sonido de su nombre,
Pienso con esperanza en aquel hombre
Que no sabrá que fui sobre la tierra
bajo el indiferente azul del cielo
esta meditación es un consuelo

Jarold Alvarado Tenorio/Revista Numero
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La fuente de sangre

A veces me parese que mi sangre me fluye
Igual como una fuente, en fuertes sacudidas
Y la siento fluir en constante murmullo,
Pero en vano me palpo para hallar mis heridas.

Por la ciudad se extiende como u cuerpo cerrado,
Incitando la sed de toda criatura,
Transformando las calles en islotes sangrientos
Y tiñendo de rojo toda la natura

Y en vano he recurrido a los vinos capciosos
Para dormir un día el terror que me mina
Que el vino vuelve el ojo claro y la oreja fina.

Quiero buscar olvido en blancos placeres,
Pero mi amor solo fue un colchón de alfileres
Por allí doy mi sangre a las crueles mujeres.

Charles Baudelaire
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EL IDIOTA PAGA

EL IDIOTA PAGA
Hace años que me doy cuenta y no me importa. Pero nunca se me ocurrió escribirlo porque la idiotez me pareció un tema muy desagradable especialmente si es quien lo expone. Puede que la palabra idiota sea demasiado rotunda pero prefiero ponerla de entrada y calientita sobre el plato, aunque los amigos la crean exagerada en vez de emplear otra como: tonto, lelo, o retardado y que después los mismos amigos opinen que uno se ha quedado corto. En realidad no pasa nada, pero ser idiota lo pone a uno completamente aparte y aunque tiene sus cosas buenas, es evidente a ratos hay como una nostalgia, un deseo de cruzar ala vereda de enfrente donde amigos y parientes están reunidos en una misma inteligencia y comprensión, y frotarse contra ellos para notar que no hay diferencia apreciable y que todo va buenísimo, lo triste es que todo va malísimo cuando uno es el idiota. Por ejemplo en el teatro. Yo voy a teatro con mi mujer y algún amigo, hay un espectáculo de mimos checos o bailarines tailandeses y estoy seguro que apenas comienza la función voy a encontrar que todo es una maravilla, me divierto me conmuevo enormemente los diálogos, los gestos o las danzas me llegan como visiones sobre naturales, aplaudo hasta romperme las manos y a veces me lloran los ojos o me río hasta el borde del piso y en todo caso me alegro de vivir y de haber ido esa noche al teatro , o al cine , o aun a exposición de cuadros o a cualquier sitio donde gentes extraordinarias esta haciendo y mostrando cosas que jamás se habían imaginado antes, inventando, lugar de revelación y encuentro algo que me alaba en los momentos en que no ocurre nada mas de lo que ocurre todo el tiempo. Y así estoy deslumbrado y contento que cuando llega el intervalo me levanto entusiasmado y aplaudo a los actores y le digo a mi mujer que los mimos checos son la maravilla y que la escena en que el pescador echa el anzuelo y ve avanzar un pez fosforescente a media altura; es absolutamente inaudita y mi mujer también se ha divertido y ha aplaudido, pero pronto me doy cuenta ese instante tiene algo de herida, de agujero ronco y húmedo.
Que su diversión y sus aplausos no han sido como los míos y que además casi siempre hay con nosotros un amigo que también se ha divertido y aplaudido pero nunca como yo. Y también me doy cuenta que esta diciendo con suma sensatez e inteligencia que el espectáculo es bonito y que los actores no son malos pero que desde luego no hay gran originalidad en las ideas, sin contar con que el color de los trajes son mediocres y la puesta en escena bastante insostenida y cosas y cosas…
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Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.


Esta muerte que nos acompaña
De la mañana a la noche, insomne,
Sorda, como un viejo remordimiento
O un vicio absurdo. Tus ojos
Serán una palabra vana,
Un grito callado, un silencio.
Así los ves cada mañana
Cunado te inclinas sola ante el espejo.
¡Oh querida esperanza,
También nosotros aquel día
Sabremos que eres la vida y la nada!

La muerte tiene una mirada para todos.
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Será como abandonar un vicio,
Como ver que emerge de nuevo
Un rostro muerto en el espejo,
Como escuchar un labio cerrado.
Descenderemos al remolino, mudos.
Cesare Pavese
(Traducción de José Solsora)
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