2013-05-25

Dudáctica de la existencia:

"Muchos días siguieron de pura soledad, ya no sé si fueron años. No había nadie a mi lado ni adentro ni afuera ni frente a mí ni a mis espaldas. Abría los ojos y blanco era el mundo sin color luego lucecitas moradas celestes en mi cabeza de adentro y sobre el andén un vómito espeso lleno de moscas. Caminé hasta abandonar el mundo. Había perdido el rumbo, me tragaba el sinsentido de mi vida. mis piernas avanzaban de pueblo en pueblo y mi alma flotaba en cualquier cielo. Era por entonces el molde de músculos y fluidos sin voluntad alguna, como supongo que somos todos mientras se nos va el entusiasmo de las manos. [...] Desde entonces tengo ese dolor en el pecho del cual hablo siempre, es un dolorcillo hondo, adentro, he aprendido a vivir con él. Es el dolor del asustado, del que sabe como en un instante la vida puede apagarse sin ningún salvador, es el dolor del miedo, del vació, por las noches me acuesto con él y le hablo como si fuera un viejo amigo, aveces se oculta y entonces en vez de sentir alivio, lo extraño me extraño sin él. Tengo ese dolor allí como un veneno de cápsula para resolver mi muerte cuando no soporte más este borde, antes de que este filo corte mi último tejido yo respiraré hondo, hondo. Mi dolor saldrá para aliviarme una vez para siempre. Este dolor , clavado, será el encargado de devolverme al principio. Pertenezco a esos de Vallejo, con derecho a la queja y a la esperanza porque he sufrido, también tengo derecho a irme de este mundo cuando la mancha sea de un solo color."
María Angélica Pumarejo, Una canción para Ethan (p. 38)

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