Nunca he conocido a los inquilinos de mi vida.
No he sabido cuando salen, cuando entran,
En que estación desconocida descansan sus miserias.
Las mujeres han salido de este cuerpo a los portazos
Quejándose de mi tristeza,
En algunas temporadas se han quejado de la humedad
De mucho frío, de algún extraño moho en la alacena.
Se marchan siempre los inquilinos de mi vida
Y el patio queda nuevamente solo
En este hotel de paso donde siempre es de noche.
Federico Díaz-Granados
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Con la tecnología de Blogger.
0 comentarios:
Publicar un comentario