Azotado con furia por el látigo del viento, el pájaro de la lluvia se estrelló contra el muro invisible de la ventana y se le destrozaron sus alas de agua.
Y vimos su plumaje transparente que escurría por el vidrio como lágrimas de lástima por la caída y los vuelos perdidos.
Pero luego lo oímos cantar en el arroyuelo, y cuando alumbró el sol, recogió las gotas vaporosas de sus plumas, rehizo sus alas, alzó vuelo y volvió a anidar en el cielo.
—Guillermo Velásquez Forero, La bestia divina
Y vimos su plumaje transparente que escurría por el vidrio como lágrimas de lástima por la caída y los vuelos perdidos.
Pero luego lo oímos cantar en el arroyuelo, y cuando alumbró el sol, recogió las gotas vaporosas de sus plumas, rehizo sus alas, alzó vuelo y volvió a anidar en el cielo.
—Guillermo Velásquez Forero, La bestia divina
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