El guerrero, otrora invencible,
modesto recupera
su indiscutible lugar entre los asesinos.
Y pierde su aureola, su corona de miedos,
sus antiguos títulos, su pedestal en la leyenda.
Un hedor a sangre y monedas lo precede.
Un aletear de buitres gordos lo anuncia.
—FELIPE AGUDELO TENORIO (Bogotá, 1950)
modesto recupera
su indiscutible lugar entre los asesinos.
Y pierde su aureola, su corona de miedos,
sus antiguos títulos, su pedestal en la leyenda.
Un hedor a sangre y monedas lo precede.
Un aletear de buitres gordos lo anuncia.
—FELIPE AGUDELO TENORIO (Bogotá, 1950)
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